En los principios la medicina en Roma tuvo un desarrollo esencialmente religioso. Confiando a los enfermos a ensalmos y a la protección de múltiples dioses. En el Quirinal había un templo a Dea Salus, la deidad que reinaba sobre todas las otras relacionadas con las enfermedades; como Febris, la diosa de la fiebre; Uterina, que cuidaba de la ginecología; Lucina, encargada de los partos; Fessonia, señora de la debilidad y de la astenia...
Se tiene conocimiento, sin embargo, de una ley del Rey Numa que prescribía la cesárea en caso de la muerte de la madre durante el parto, para salvar al niño. Plinio el Viejo, narra con orgullo que Roma era sine medicis… nec tamen sine medicina ("saludable sin médicos pero no sin medicina"). Aunque desde los inicios de la República existían médicos, no fue hasta la conquista de Grecia, que los romanos no se dieron cuenta del dominio griego de la medicina a través de la Anamnesis y la observación.
En el año 293 a.C. una plaga asoló Roma, alarmados, consultaron la respuesta en los libros sibilinos, cuya respuesta fue que buscaran la solución en el dios griego Asclepio, en Epidauro. La leyenda cuenta que se mandó un navío, que el dios aceptó la solicitud y viajó a Roma en forma de serpiente, se instaló en una isla del Tíber y la plaga terminó. Los romanos en agradecimiento construyeron un templo al dios y le conocieron con el nombre de Esculapio. Roma absorbía de esté modo a Asclepio, el dios griego de la medicina, convirtiéndole en Esculapio, a quien erigieron gran cantidad de templos, tanto en Roma como en Grecia. En los templos dedicados a su memoria sus discípulos practicaban la medicina. Muchas personas enfermas dormían en sus templos en creencia que Esculapio los curaría mientras ellos soñaban, para lo cual los sacerdotes les daban brebajes letárgicos.
Cuando los enfermos despertaban los sacerdotes les explicaban que los sueños eran las instrucciones para su curación dadas por Asclepio. Al sanar los enfermos dejaban ofrendas, los honorarios de los sacerdotes y se les pedía que dejaran la historia de su enfermedad.
La medicina griega que llegó a Roma venía dividida en dos escuelas diferenciadas:
- La de Hipócrates, que postulaba por la Vis Medicatrix Naturae, que consistía en no violentar el curso natural de la enfermedad, manteniéndose expectante a ésta, dedicándose el médico a ayudar a la naturaleza en la curación del enfermo. Hipócrates decía que lo primero era no hacer mal .
- La de Asclepíades, que era partidario de actuar lo antes posible para que la curación se produjese rápida, segura y agradablemente . Asclepíades creía que el que cura es el médico no la naturaleza, usando para ello, dietas, masajes, medicamentos y música. Llegó a practicar la traqueotomía.
Con la llegada de Arcagato de Esparta, el primer médico griego a Roma, Catón se opuso a la admisión de esta disciplina y otras novedades parecidas que, temía, solo helenizarían la cultura romana, llevándola a la decadencia, propugnando la vuelta a la medicina tradicional romana como práctica habitual. En el año 46 a.C., Julio César, intentando disminuir la hambruna, desterró a todos los extranjeros con excepción de los médicos, a quienes otorgó la ciudadanía. Bajo el duradero influjo de los prácticos griegos, el desprecio romano por los griegos en general, varió con las circunstancias políticas, los cambios internos de la propia medicina y la necesidad por parte de los gobernantes y del pueblo de una asistencia.
La enseñanza de la medicina en Roma era privada y no había ninguna titulación, en la época imperial su práctica eximía a los médicos de pagar impuestos y del servicio militar. Cualquiera podía practicarla, aunque como no era considerada una profesión digna de los ciudadanos, generalmente era ejercida por griegos o judíos. A juzgar por lo aparecido en la casa de un médico en Pompeya, el material quirúrgico usado en la antigua Roma no era excesivamente rudimentario. Conocían el espejo dental y ciertas propiedades antisépticas de algunos ungüentos.
Roma como civilización no avanzó en el terreno médico porque no tuvo interés por la investigación en este campo. Además sus libros de medicina eran escritos en verso. La gran aportación a la medicina realizada por Roma fue el sistema hospitalario de la sanidad pública.
Aunque en sus comienzos apenas era un refugio, conocidos como Isla Tiberina, donde los enfermos pobres pudieran morir, con la expansión del Imperio, se fueron edificando hospitales militares o Valetudinaria, desarrollados como respuesta a una necesidad impuesta por este crecimiento. Creados en lugares estratégicos del Imperio, no tenían parangón en la antigüedad. Su arquitectura era siempre igual, un corredor central e hileras a ambos lados de pequeñas salas, cada una con una capacidad de cuatro o cinco personas.
Los Hospitales civiles o Hospitales de caridad, no se desarrollaron hasta el siglo IV d.C. y fueron producto de la piedad cristiana. Otro avance médico de Roma fue el concerniente a la higiene. El saneamiento se inició muy pronto en Roma, gracias a las obras de la cloaca máxima, un sistema de drenaje que desembocaba en el Tíber y que databa del siglo VI a.C. Siguiendo con la misma línea de saneamiento ambiental, se prohibieron los entierros dentro de la ciudad y los ediles tenían entre sus responsabilidades de la limpieza de las calles y la distribución del agua, que se hacía, mediante 14 grandes acueductos que proporcionaban agua por toda la ciudad. El agua era usada para beber y para los baños, institución muy popular y casi gratuita. El agua de lluvia que también era almacenada era usada para preparar medicinas.
Además, en Roma se estableció un servicio médico público, en el que la ciudad contrataba a uno o más médicos (archiatri) y les proporcionaba local e instrumentos para que atendieran gratuitamente a todo el mundo que lo solicitara. Los salarios eran fijados por los consejeros municipales. La casa imperial, contaba con un servicio médico exclusivo, al igual que muchos patricios que retenían para su familia a uno o más médicos.
Se tiene conocimiento, sin embargo, de una ley del Rey Numa que prescribía la cesárea en caso de la muerte de la madre durante el parto, para salvar al niño. Plinio el Viejo, narra con orgullo que Roma era sine medicis… nec tamen sine medicina ("saludable sin médicos pero no sin medicina"). Aunque desde los inicios de la República existían médicos, no fue hasta la conquista de Grecia, que los romanos no se dieron cuenta del dominio griego de la medicina a través de la Anamnesis y la observación.
En el año 293 a.C. una plaga asoló Roma, alarmados, consultaron la respuesta en los libros sibilinos, cuya respuesta fue que buscaran la solución en el dios griego Asclepio, en Epidauro. La leyenda cuenta que se mandó un navío, que el dios aceptó la solicitud y viajó a Roma en forma de serpiente, se instaló en una isla del Tíber y la plaga terminó. Los romanos en agradecimiento construyeron un templo al dios y le conocieron con el nombre de Esculapio. Roma absorbía de esté modo a Asclepio, el dios griego de la medicina, convirtiéndole en Esculapio, a quien erigieron gran cantidad de templos, tanto en Roma como en Grecia. En los templos dedicados a su memoria sus discípulos practicaban la medicina. Muchas personas enfermas dormían en sus templos en creencia que Esculapio los curaría mientras ellos soñaban, para lo cual los sacerdotes les daban brebajes letárgicos.
Cuando los enfermos despertaban los sacerdotes les explicaban que los sueños eran las instrucciones para su curación dadas por Asclepio. Al sanar los enfermos dejaban ofrendas, los honorarios de los sacerdotes y se les pedía que dejaran la historia de su enfermedad.
La medicina griega que llegó a Roma venía dividida en dos escuelas diferenciadas:
- La de Hipócrates, que postulaba por la Vis Medicatrix Naturae, que consistía en no violentar el curso natural de la enfermedad, manteniéndose expectante a ésta, dedicándose el médico a ayudar a la naturaleza en la curación del enfermo. Hipócrates decía que lo primero era no hacer mal .
- La de Asclepíades, que era partidario de actuar lo antes posible para que la curación se produjese rápida, segura y agradablemente . Asclepíades creía que el que cura es el médico no la naturaleza, usando para ello, dietas, masajes, medicamentos y música. Llegó a practicar la traqueotomía.
Con la llegada de Arcagato de Esparta, el primer médico griego a Roma, Catón se opuso a la admisión de esta disciplina y otras novedades parecidas que, temía, solo helenizarían la cultura romana, llevándola a la decadencia, propugnando la vuelta a la medicina tradicional romana como práctica habitual. En el año 46 a.C., Julio César, intentando disminuir la hambruna, desterró a todos los extranjeros con excepción de los médicos, a quienes otorgó la ciudadanía. Bajo el duradero influjo de los prácticos griegos, el desprecio romano por los griegos en general, varió con las circunstancias políticas, los cambios internos de la propia medicina y la necesidad por parte de los gobernantes y del pueblo de una asistencia.
La enseñanza de la medicina en Roma era privada y no había ninguna titulación, en la época imperial su práctica eximía a los médicos de pagar impuestos y del servicio militar. Cualquiera podía practicarla, aunque como no era considerada una profesión digna de los ciudadanos, generalmente era ejercida por griegos o judíos. A juzgar por lo aparecido en la casa de un médico en Pompeya, el material quirúrgico usado en la antigua Roma no era excesivamente rudimentario. Conocían el espejo dental y ciertas propiedades antisépticas de algunos ungüentos.
Roma como civilización no avanzó en el terreno médico porque no tuvo interés por la investigación en este campo. Además sus libros de medicina eran escritos en verso. La gran aportación a la medicina realizada por Roma fue el sistema hospitalario de la sanidad pública.
Aunque en sus comienzos apenas era un refugio, conocidos como Isla Tiberina, donde los enfermos pobres pudieran morir, con la expansión del Imperio, se fueron edificando hospitales militares o Valetudinaria, desarrollados como respuesta a una necesidad impuesta por este crecimiento. Creados en lugares estratégicos del Imperio, no tenían parangón en la antigüedad. Su arquitectura era siempre igual, un corredor central e hileras a ambos lados de pequeñas salas, cada una con una capacidad de cuatro o cinco personas.
Los Hospitales civiles o Hospitales de caridad, no se desarrollaron hasta el siglo IV d.C. y fueron producto de la piedad cristiana. Otro avance médico de Roma fue el concerniente a la higiene. El saneamiento se inició muy pronto en Roma, gracias a las obras de la cloaca máxima, un sistema de drenaje que desembocaba en el Tíber y que databa del siglo VI a.C. Siguiendo con la misma línea de saneamiento ambiental, se prohibieron los entierros dentro de la ciudad y los ediles tenían entre sus responsabilidades de la limpieza de las calles y la distribución del agua, que se hacía, mediante 14 grandes acueductos que proporcionaban agua por toda la ciudad. El agua era usada para beber y para los baños, institución muy popular y casi gratuita. El agua de lluvia que también era almacenada era usada para preparar medicinas.
Además, en Roma se estableció un servicio médico público, en el que la ciudad contrataba a uno o más médicos (archiatri) y les proporcionaba local e instrumentos para que atendieran gratuitamente a todo el mundo que lo solicitara. Los salarios eran fijados por los consejeros municipales. La casa imperial, contaba con un servicio médico exclusivo, al igual que muchos patricios que retenían para su familia a uno o más médicos.
La información está tomada de la página Idus: El Imperio Romano
1 comentario:
Enhorabuena por ser la primera, Chispita... Pero hablaremos el viernes sobre tu publicación. Ahora te propongo que busques alguna imagen sobre instrumental quirúrgico de época romana. Creo que te sorprenderas... y la publicas también. Espero que todos os fijéis en lo que aparece en color verde...
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