La primitiva religiosidad romana tenía uno de sus centros en la vida familiar. Al principio únicamente lo realizaban los patricios pero después se extendió también a los plebeyos.
Los rituales los oficiaba el pater familias en calidad de sacerdote y consistían en la ofrenda y quema de flores y alimentos. La ceremonia se hacía en el atrium de la casa, donde se encontraban el lararium, altar con el fuego sagrado y las imágenes en cera o bronce de los antepasados o de las diferentes divinidades protectoras del hogar.
La finalidad era mantener las buenas relaciones con los distintos espíritus: Manes, Lares y Penates, que cuidaban la casa y la familias.
- Dioses Lares: cuidaban de la salud de la familia y de la concordia entre todos sus miembros;
- Dioses Penates: eran los guardianes de la despensa. En el centro de la casa, el atrio, se rendía culto a Vesta, manteniendo siempre encendido el fuego, símbolo del hogar.
-Dioses Manes: espíritus de los antepasados muertos.
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